miércoles, 4 de marzo de 2015

La caída no es un suceso sino un proceso...


Gloria Montalvo en su libro Al borde. La caída no es suceso sino un proceso, describe de manera extraordinaria asuntos éticos de la vida de un líder o pastor en las que muchas veces está propenso a caer o donde se encuentra su talón de Aquiles. Entre varias verdades me impactó la siguiente declaración: "Transferimos a los demás, no lo que hablamos, sino lo que somos". Me emociono a más cuando leo el evangelio de Mateo 7 en los versículos 28 y 29 donde menciona que la gente se admiraba de las enseñanzas de Jesús porque Él enseñaba como quien tiene autoridad. No hay dudas. Jesús es el maestro por excelencia, pero no solo por sus dotes como maestro, por su magna pedagogía o su elocuencia sino por que lo que Él enseñaba era sencillamente lo que vivía.

En mis años de estudiante, cuando dedicaba mis vacaciones al colportaje, llegué a venderle un libro sobre salud a una ejecutiva de un prestigioso banco de la ciudad. No me hubiera comprado el libro a no ser porque usé frases alarmantes como: "sabía usted que el 90% de enfermedades ingresan por la boca?", "¿sabía usted que 600 mililitros de bebidas gaseosas es igual a consumir catorce cucharadas de azúcar?", "¿sabía usted que elpollo a la brasa tiene en demasía el famoso agente cancerígeno benzopireno que es igual a fumar 60 cigarrillos?". Al decir esas frases que todo colportor conoce, la mujer se sorprendió en gran manera y mirándome fijamente a los ojos me dijo: "está usted diciendo que si yo no fumo, al comer un delicioso pollo a la brasa con una gaseosa heladita estoy propiciando una diabetes, que ya lo tengo, y un cáncer al pulmón aunque jamás haya fumado cigarrillos?". Tal como lo escuchó - le dije mostrándole el libro que tenía en mis manos. La ejecutiva tomó el libro entre sus brazos y como si alguien quisiera quitar lo metió en su maletín y dijo: "No hay vueltas que dar, este libro es mío". 

Fue una venta sencilla, al contado y con las recomendaciones que la mujer me dio vendí muchos libros más con éxito. No obstante, la historia no tiene un final feliz. Unas semanas después, un sábado por la noche, después de unas cobranzas saliendo de la iglesia, con unos amigos decidimos darnos un gustito y ¿qué mejor que un pollo a la brasa? Así que nos sentamos al rededor de una mesa y disfrutábamos de la cena, cuando de pronto ingresó a la misma pollería, la mujer ejecutiva del banco, la mujer a la que yo convencí para comprar el libro de salud con el argumento trillado (pero nuevo para ella): "sabía usted que el 90% de enfermedades ingresan por la boca?", "¿sabía usted que 600 mililitros de bebidas gaseosas es igual a consumir catorce cucharadas de azúcar?", "¿sabía usted que el pollo a la brasa tiene en demasía el famoso agente cancerígeno benzopireno que es igual a fumar 60 cigarrillos?". Al verme, sorprendida exclamó: "no debería vender libros de salud Sr. Cordero. No se enseña lo que no se vive, y no se vive como no se enseña". Ya debes imaginarte cómo me sentí en aquél momento. Solo atiné a decirle (a manera de excusa): "estamos en proceso de cambio". 

Creo que no necesito reflexionar mucho para entender el mensaje de hoy. Soy un joven pastor, misionero con cinco años en la obra (en el lenguaje adventista) y a la verdad cuánta razón tenía aquella mujer ejecutiva de banco: "No se enseña lo que no se vive, y no se vive como no se enseña". Con frecuencia he tenido que luchar con esta verdad y finalmente caer derrotado o saltar victorioso. Y es que es tan fácil enseñar, resulta sencillo hablar y hablar sobre temas aunque no la hayas experimentado, y cuán difícil es vivir de acuerdo a lo que enseñas. Y como siempre, la conclusión es conocida, la solución a decir verdad es simple: Cristo, Jesús, solo Él puede enseñarnos a enseñar con autoridad. ¡Pero eso yo lo sé! ¡Sé que Cristo es el único que puede hacer que yo sea un pastor con autoridad! Pero la gran pregunta es, si sabes ¿por qué no lo aplicas? A mi mente viene una ilustración en la vida de Mahatma Ghandi sobre el niño que comía mucho azúcar, cuya madre se presenta ante Ghandi en busca de consejo sobre el problema con su hijo. El famoso pensador político la escucha y le dice que vuelva dentro de varios días. Cumplidos los días la mujer vuelve a escuchar el consejo sabio de aquél  filósofo: "No comas azúcar". La madre del niño preocupada y sorprendida le dice Ghandi, "¿tuve que esperar varios días para que usted me diga solo eso? ¿ no podía ese mismo día decir este consejo?". El filósofo le respondió: "hace varios días yo también consumía mucha azúcar".

La Biblia dice que Jesús enseñó con autoridad. ¿cómo lo logró? Si leemos cuidadosamente los evangelios descubriremos que la dependencia que Jesús tenía en su padre es realmente sorprendente. Me encanta leer Lucas 18: 1 "Jesús les contó una parábola acerca de lanecesidad de orar siempre y no desmayar". Jesús ve a la oración como una necesidad. Una necesidad es diaria, irreemplazable y no negociable. Yo no puedo decir, ésta semana no comeré ningún alimento y no sufrir las consecuencias de esa decisión. La oración, así como la comunión no puede negociarse, reemplazarse ni postergarla. Creo fielmente que si Jesús enseñaba con autoridad, era por la comunión real y limpia que guardaba con Dios. ¿Acaso no has sido testigo de que cuando la comunión con Dios era óptima, tu ministerio, tu vida fue exitosa (y no me refiero necesariamente a éxito humano, sino de paz, esperanza y amor)?

Nadie cae de la noche a la mañana. La caída de los líderes, políticos, deportistas y religiosos es un proceso, no es un evento. Juan Manuel Vargas, futbolista peruano, tuvo un despegue extraordinario en el Catania de Italia lo que le permitió fichar por la Fiorentina... en su mejor momento lo pretendían otros clubes famosos comenzó a relacionarse con asuntos fuera de el césped. No fue un evento, fue un proceso de varios meses, tal vez años, que finalmente lo tuvieron que prestar por bajo rendimiento y problemas de carácter al Génova. Y es que cuando pierdes el foco de tu vida, de tu ministerio simplemente acabarás arruinando todo lo que en años has construido. 

Finalizo esta reflexión con muchas cosas sin decir. Como siempre, quizá confusos al lector, pero quisiera pedir algo: Olvídate de todo, menos de la necesidad de orar y no desmayar. Solo la comunión diaria te protegerá de una caída. Una comunión diaria y real evitará que destruyas lo que por años has construido. La comunión no es fácil, hay que ser perseverante.

¡Dios te bendiga!

Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
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